viernes, diciembre 9

El arquitecto que lo sabía todo

Sí, se que es un tema recurrente; pero es que hay cosas que merece la pena contarlas. Más que nada porque luego se me olvidan y lo de hoy es bastante gordo.
La mayoría de la gente que está en la universidad, o bien no tiene clase porque hay puente o bien se lo hacen; total que no va nadie o casi nadie.
Pero siempre hay exepciones. Tenemos a los pelotas que quieren ganar puntos con los profesores y se presentan a clase a escuchar a los profesorar lamentarse de que no va casi nadie a clase mientras los pelotas parpadean asintiendo.
Están los que no tienen ganas de ver a la familia por diversos motivos. Bien porque son de la idea de que los puentes son para el reposo y no para aguantar la presión paternal o bien porque la abuela fuma. Y estamos los que nos quedamos porque vienen a visitarnos en el puente y preferimos quedarnos (faltaría más).

Total que hoy viernes en clase de construcción, nuestro profesor nos cuenta que en vez de dar clase normal porque somos sólo 15 nos vamos a ir a una clase de 2º de arquitectura, porque un profesor está dando una clase magistral sobre las diferencias entre románico y gótico y su evolución. Por lo visto el jefe es un crack en lo suyo y patatín patatán.

Lo primero que llama la atención es que este arquitecto no sabe usar el portatil que trae para poner unas fotos. Las ponía en modo carrusel a toda ostia y el se defendía argumentando que "en su casa es mucho más fácil".
Las primeras imágenes que le acierta a poner nuestro profesor son de Santa Cristina de Lena. La primera que suelta es que no entiende porque el prerrománico se le llama prerrománico. Que le parece una majadería. Todo es discutible. Pero negando la mayor él nos cuenta que poca relación le ve como para llamarle pre-románico; contrafuertes, arcos, bóvedas... en fin si él lo dice.

El tope gama llegó con el románico. Nos cuentan que para él la arquitectura a partir de la caida del imperio romano para el es arquitectura bárbara. Pero toda. Quizir, románico, gótico, barroco, renacentista... Muy heterodoxa no va a ser la charla no.

A partir de aquí se nos cuenta como imaginaban los espacios los que construían las catedrales (góticas). Y que la imagen que tenemos de trabajadores itinerantes de catedral en catedral con la familia que es falsa. Que la gente eso no. Defendía que las catedrales funcionaban como universidades. Que la gente aprendía en cada una, pero que no había "mercenarios" que peregrinaran de una a otra.

Tras mezclar la idea de religión, infinito y bóveda gótica nos puso un pináculo y le llamo "cacharro". Los arbotantes y el pináculo según él forman parte de una pared no construída. Y en definitiva toda la catedral nos la redujo a paredes que tapan calles y forman las naves. Contado por este puntu, una catedral paez poco más que una tarde de Lego y unos bocatas de nocilla y unas Pisicolas.

Al final de la charleta me daba pena mirar pa los alumnos de arquitectura que tenían que hacer un trabajo sobre el tema y que por si fuera poco, las nociones que van a recibir por parte del profesorado sobre arquitectura histórica se las tiene que dar el notas este.
Y esto pasa por dejar dar clase a los arquitectos de casi todo. Lo de siempre. Mucho espacio pero poca miga.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Best regards from NY! » »

Anónimo dijo...

La gallina Caponata,
Espinete y Don Pin Pon,
el conde Draco y su capa,
Perejil el caracol,
Supercoco y Jaca Paca,
los siameses que eran dos,
Epi y Blas en sus dos camas
…y quedan otro montón.

Los amigos Epi y Blas
en sus respectivas camas
con un aire homosexual
que a ver si pronto se casan;
ese Triski que no come
ni una mísera galleta
¿quien sería el que recoje
todo lo que el pobre deja?;
Supercoco a quien lo amo
con ese aire singular
que en pelotas o con casco
nos enseña arriba-abajo
y lo que es subir-bajar;
Espinete daba grima,
Don Pin-Pon p’a qué contar
pero se les coge estima
de verlos juntos bailar;
el Conde Draco es un Monstruo,
pero un monstruo de verdad,
contaba del doce al uno
para delante y atrás;
me olvidé del reportero
que sin fatiga o descanso,
con gabardina y sombrero,
informaba en todos lados
con ese micro certero:
nuestro querido Gustavo,
Gustavo el dicharachero…

Pues todo ellos ya lucen
justo los cuarenta abriles
y no creo que se muden.
¡Asi pasen otros miles!,
que nuestras casas ocupen
para que más niños del mundo
con ese Barrio disfruten
que Sésamo es todo un lujo:
¡que nadie nuca lo dude!.