miércoles, febrero 27

Hubo un tiempo en el que el irse de acampada a un paraje idílico, lejos de dar pereza o ser considerado como una afición extraña era bien recibido por el entorno de amistades.

Esas escapadas, bien e soledad o mejor en compañía de algún compadre o de alguna campista amante de la naturaleza, podían hacer de esos retiros algo más interesantes; toda afición es mucho más gratificante si se disfruta en compañía. Porque no podemos obviar que a oídos de gentes más de Asturiana de Asfaltos como el que os escribe, han llegado rumores de hombres que para entrar en simbiosis con Gaia, han llegado a buscar una zona tranquila con limos y finos, para luego horadar un agujero y después realizar una mística cópula devolviéndole a la tierra el peaje-toll que merece.

Pero eso es llegar a extremos, lo sé. Mucho más habitual es que el eremita de fin de semana vaya pertrechado de la edición ajada de bolsillo de 'hacia lo salvaje' de Jon Krakauer y de un huevín de costo. Sentirse perdido con las piernas fuera de la tienda en la taiga del Puerto San Isidro imaginándose rompiendo con la civilización que tanto daño nos hace, mientras se tiene a mano esa petaca de Vat '69 y un canutito.

Pasar un par de días en ese estado de recogimiento y bajar el domingo a la hora del vermut a la ciudad, con el pelo pidiendo jabón y con la tez seca pero con moreno marinero noruego, hace que surjan las preguntas y que seas el centro de la conversación. Siempre habrá gente envidiosa e incluso que te falten, pero estás por encima de eso y lo demuestras vistiendo bajo el forro polar esa camiseta desteñida de colores psicodélicos que tienes desde hace años y que sueles llevar a tus retiros y aquel concierto homenaje a Tony Ronald del verano pasado.

El problema viene cuando, en una escalada de substancias, decides meterte pal cuerpo unos champis de dudosa procedencia. A ver, que no va a pasar nada, pero durante un rato sabes que no está para nadie. No eres la misma persona. Así que es recomendable no pensar en hacerte un hueco en las redes sociales portando un móvil con cámara y subiendo vídeos en ese estado de percepción aumentada.

Esto le pasó a Hungrybear9562, usuario de Youtube que compartió con el mundo el Double Rainbow que le sorprendió al despertarse en la tienda:

 

Llora y todo el probe, cuando ante la magnificencia del espectáculo, considera más que plausible la existencia de la divinidad. Esa que en su juventud negó más de una vez y que ahora se presenta ante él con un arco iris doble.

Pues déjame que te diga algo 'oso hambriento'. Lo primero, ojito con el nick que gastas. El sistema te presentó alternativas al estar ya en uso y acabaste siendo el humilde Hungrybear9562. Te respeto, eres de ideas fijas y qué cojones, que a ti te llaman Hungry Bear desde los tiempos del chat de Lettera y no tienes por qué cambiar. Vale, pero semejante drama con el arco iris mientras te escucho surniar los mocos mientras repites tus lamentos sintiéndote pequeñito ante el derroche de la refracción, me hace desear que fueras más del tipo de persona que sube al monte hace su hoyo en el suelo y tranquilamente vuelve a casa y nadie se entera.

Después, porque sé que un creyente en el altísimo en estado de éxtasis no lo veo capaz pero la verdad bien parece que te estas tocando y cuando rompes a llorar es cuando llegas al clímax. Descarto esta posibilidad a menos que tengas una pericia del manejo de la cámara y en la otra de tu apéndice que ni con steadycam. Pero que no te voy a negar que imaginarte al final del video ya feliz y reposado me da escalofríos.

A tope sin drogas


Finalmente, léete bien el prospecto de los níscalos deshidratados porque no veo proporcional el número por dos arcoiris. Los que en vez de subir al puerto nos dedicamos a jugar al Rainbow Island no nos llega tanto a la patata como a ti. No quiero verte humillado entre tus conocidos subiendo un video viendo unicornios cuando son dos asturcones, dignidad por favor.

Drogas y acampada

Hubo un tiempo en el que el irse de acampada a un paraje idílico, lejos de dar pereza o ser considerado como una afición extraña era bien recibido por el entorno de amistades.

Esas escapadas, bien e soledad o mejor en compañía de algún compadre o de alguna campista amante de la naturaleza, podían hacer de esos retiros algo más interesantes; toda afición es mucho más gratificante si se disfruta en compañía. Porque no podemos obviar que a oídos de gentes más de Asturiana de Asfaltos como el que os escribe, han llegado rumores de hombres que para entrar en simbiosis con Gaia, han llegado a buscar una zona tranquila con limos y finos, para luego horadar un agujero y después realizar una mística cópula devolviéndole a la tierra el peaje-toll que merece.

Pero eso es llegar a extremos, lo sé. Mucho más habitual es que el eremita de fin de semana vaya pertrechado de la edición ajada de bolsillo de 'hacia lo salvaje' de Jon Krakauer y de un huevín de costo. Sentirse perdido con las piernas fuera de la tienda en la taiga del Puerto San Isidro imaginándose rompiendo con la civilización que tanto daño nos hace, mientras se tiene a mano esa petaca de Vat '69 y un canutito.

Pasar un par de días en ese estado de recogimiento y bajar el domingo a la hora del vermut a la ciudad, con el pelo pidiendo jabón y con la tez seca pero con moreno marinero noruego, hace que surjan las preguntas y que seas el centro de la conversación. Siempre habrá gente envidiosa e incluso que te falten, pero estás por encima de eso y lo demuestras vistiendo bajo el forro polar esa camiseta desteñida de colores psicodélicos que tienes desde hace años y que sueles llevar a tus retiros y aquel concierto homenaje a Tony Ronald del verano pasado.

El problema viene cuando, en una escalada de substancias, decides meterte pal cuerpo unos champis de dudosa procedencia. A ver, que no va a pasar nada, pero durante un rato sabes que no está para nadie. No eres la misma persona. Así que es recomendable no pensar en hacerte un hueco en las redes sociales portando un móvil con cámara y subiendo vídeos en ese estado de percepción aumentada.

Esto le pasó a Hungrybear9562, usuario de Youtube que compartió con el mundo el Double Rainbow que le sorprendió al despertarse en la tienda:

 

Llora y todo el probe, cuando ante la magnificencia del espectáculo, considera más que plausible la existencia de la divinidad. Esa que en su juventud negó más de una vez y que ahora se presenta ante él con un arco iris doble.

Pues déjame que te diga algo 'oso hambriento'. Lo primero, ojito con el nick que gastas. El sistema te presentó alternativas al estar ya en uso y acabaste siendo el humilde Hungrybear9562. Te respeto, eres de ideas fijas y qué cojones, que a ti te llaman Hungry Bear desde los tiempos del chat de Lettera y no tienes por qué cambiar. Vale, pero semejante drama con el arco iris mientras te escucho surniar los mocos mientras repites tus lamentos sintiéndote pequeñito ante el derroche de la refracción, me hace desear que fueras más del tipo de persona que sube al monte hace su hoyo en el suelo y tranquilamente vuelve a casa y nadie se entera.

Después, porque sé que un creyente en el altísimo en estado de éxtasis no lo veo capaz pero la verdad bien parece que te estas tocando y cuando rompes a llorar es cuando llegas al clímax. Descarto esta posibilidad a menos que tengas una pericia del manejo de la cámara y en la otra de tu apéndice que ni con steadycam. Pero que no te voy a negar que imaginarte al final del video ya feliz y reposado me da escalofríos.

A tope sin drogas


Finalmente, léete bien el prospecto de los níscalos deshidratados porque no veo proporcional el número por dos arcoiris. Los que en vez de subir al puerto nos dedicamos a jugar al Rainbow Island no nos llega tanto a la patata como a ti. No quiero verte humillado entre tus conocidos subiendo un video viendo unicornios cuando son dos asturcones, dignidad por favor.