martes, enero 2

Babilafuente connection

Llevo sin pegar ojo desde mediados de Diciembre. La gente te lo nota, que os voy a contar. Ojos moraos, pelo con un extraño cardao natural, mal humor... Pero ayer pude dormir a pierna suelta.

Vi la luz tras tanto malestar. Y es que mi insomnio no provenía del nerviosismo o de un colchón absorve-llombu de mala calidad, no. Al final me encajan las piezas del puzzle.
Han sido noches de penurias investigando, pero al fin tengo la última evidencia. Tranquilos que todo caerá por su propio peso, pero para resumir un poco e ir haciendo boca os digo que:

CHUCHI ES UN DOBLE ESPIA DE LA KGB Y DEL Mi-6

Posiblemente tengas la boca abierta como el portal de Belén. Normal, pero comprobarás que las evidencias apuntan claramente a que este abulense de gafas modernas trabaja para oscuros gobiernos. Si revelo esta información hoy es que creo que mi vida peligra y quiero tener un seguro de vida por lo que pueda pasar.

Empecemos; Chuchi (si es su verdadero nombre), lleva una apacible vida de estudiante de arquitectura técnica en Segovia, pero de un tiempo a esta parte actúa de forma muy extraña. Desde hace un tiempo y sin razón aparente se pasa las noches pegado al auricular hablando en un tono meloso que sin duda se trata de alguna jerga secreta con la que codificar los datos a sus mandos. Ante mis dudas el trató de apaciguarme que habla con su novia en el extrajero. (Fijaros lo que llega a inventar).

Hace poco me llegó un sobre de estos color marrón sin remite que contenía documentación valiosa sobre Chuchi y que paso a relataros. Según mi anónimo informante, Chuchi realmente no se llama así; este apodo lo tomo durante su fase de entrenamiento con el KGB en Thailandia, donde pasó correteando por las montañas con una hoja en la ingle y una cuchara sopera. Tras sobrevivir así un mes acabó su formación de campo. El apodo de Chuchi lo tomó del poblado Khao Nor Chuchi, donde residió durante parte de su adiestramiento. Allí conoció uno de sus placeres más inconfesables que no es otro que la sandía tibia rellena de orujo, servida por simpáticas lugareñas ataviadas con faldita Thai.


Estoy en posesión de fotografías que atestiguan todo lo dicho en esta, mi confesión y que compartiré con quien las solicite.
Tras su formación, Chuchi, no revelaré su verdadero nombre por ahora, pasó un tiempo en Turquía haciendo las prácticas de empresa. Se dedicó a cultivar el noble arte de la corbata colombiana y sajando femorales a tutiplén. Los rusos le proporcionaron una coartada perfecta y le dijeron que montara un negocio para llamar aún menos la atención. Y ahí fue cuando nuestro oscuro espía abrió lo que acabaría siendo una franquicia internacional:


Ahí lo tienes, el Chesseli Chuchi; el tesoro de la cocina turca, las pitas mas grasientas, la marmita con más poso nacio en su primer destino. Como os digo, rápidamente empezó a verle posibilidades de incrementar suculentamente su riqueza personal. Y empezó a utilizar los bancos de datos del KGB para pasar información a capos locales. Estos a su vez a parte de darle suculentos donativos, aprovechaban para expander su franquicia por todo el pais.

Pero poco después, en un viaje a Suiza, Chuchi es tanteado por el servicio secreto inglés: el Mi-6. Como todos sabréis, es admirador de la puntualidad británica, asi como de sapo y molinete, con lo que accedio a dialogar. Los ingleses querían que les pasara información sobre los rusos y éstos a su vez ofrecianle un monto de euros considerable.

Chuchi meditolo con una sandía llena de orujo en su piso franco y al día siguiente aceptó la siniestra proposición, con la condición de que los ingleses le abriera también un restaurante en Zurich, para seguir creciendo como restaurador. Obviamente, los hombres de su graciosa majestad adquirieron un céntrico local, el que en breves semanas lucía de esta guisa:

La señora del primero negose en un principio a acoger la vaca reclamo en su terraza, pero fue cuestión de diplomacia de nuestro espia; bueno eso y que amenazola con un bate de reventarle la colección de figuras de cristal y la tele del salón. La vaca es clara evocación de su morriña de su infancia abulense viendo ganado vacuno en libertad. En este nuevo restaurante llegará a una fusión entre el chuletón de brontosaurio y el chocolate milka local.

Poco después le conoceré yo en Segovia-sur-mer. Aparentemente despistado y tímido llega como un supuesto estudiante con un pasado de delini ante para completar su formación. Nada más lejos de la realidad. Sus verdaderos motivos son otros; trabaja para los rusos obteniendo información de Martyna Aleksandra, la pantera de los urales, famosa espía polaca que reside también en la misma localidad.

Como veis, Castilla es un polvorín. Lejos de la actualidad del día a día se esconden personajes siniestros de este pelo. Pero como todas las historias de espías algo empezó a ir mal. El verano pasado, Chuchi comentó algo de irse de vacaciones. Parece ser que los rusos se habían enterado de sus escarceos con el Mi-6 y mandaron al agente Raulenkho (o Raul como le conocemos), a liquidarlo. Chuchi enterose y emigró a Venezuela.

Pasó allí tres meses hasta que se aclaró lo suyo con los rusos y pudo volver. Pero fruto de la estancia en Caracas y de la cirugía y de cómo no, un don natural para el camaleonismo puedo mostraros una revista rosa local en la que podemos ver a que se dedico el espía de mi historia durante este tiempo:


Efectivamente; le dio tiempo a empezar un culebrón protagonizado por el mismo en su versión travestida. Lejos de ser un deshonor, da idea de la gran preparación y entrenamiento en Thailandia. Porque si examinas la foto, a excepción de los morros, que siguen siendo los mismos aunque más hidratados, la transformación es completa.

Tras aquello se calmaron los jefes de Moscú y Chuchi retornó a Segovia. Y es ahí donde recibe una nueva llamada de los ingleses llamándole para una entrevista y donde equivocose de nuevo nuestro espía.

En el vuelo conoció a cierto personaje de Babilafuente. Se le presentó como Pablo, comercial de aguas ferruginosas ideales para el riñón. Estuvo todo el vuelo hablándole de las bondades del agua salmantina en general y de Babilafuente en particular. Lo que Chuchi no sabía es que pablo trabajaba también en la fábrica de bioetanol del pueblo y que en casa tenia el Cheminova y el Alfanova.

A lo que vamos, mezclando el poder ferruginoso del agua local con una destilación apropiada, lo que hacía el tal Pablo era un aguardiente de cagarse-la-pata-pa-abajo. Tras el vuelo fueron a tomar unas escudillas por las calles de Wolverhampton.

Acabaron en la parte alta de un local frecuentado por gente sana de Erasmus españoles donde les procuraron un trato preferente y donde se apretaron botella y media cada uno del aguardiente de Babilafuente (ojito al pareado).

Tras la ingesta Pablo le comentó a Chuchi la posibilidad de hacer un bussines. El alcalde del pueblo un tal Eladio Palomero, pensaba imitar a otros grandes de España y a estilo del pocero, transformar Babilafuente en un Benidorm de interior y acabar con el yugo de Salamanca capital y los jamones y todos los tópicos.

Una playa, 200.000 viviendas, acueducto... todo confort. Chuchi asentía a todo con la cabeza mientras bebía bioetanol salmantino. Lo que hacía falta era dinero y contactos. Y Chuchi los tenía; era su oportunidad de redimirse y dejar el mundo del espionaje. Una nueva identidad, una huerta en Babilafuente, nuevos amigos... empezar de cero.

Se vino abajo. Abrazó a Pablo y tras acordar llevar a acabo el gran golpe siguieron de comedia por Wolverhampton. Y es ahí de madrugada donde conocen a unas zagalas españolas de erasmus a las que encandilan con su desparpajo. Mucha risa, unos pellizcos y acaban en su residencia. Y como la película de los caballeros de la tabla cuadrada, esto acabó como acabó. Aquí podemos ver un video que a la postre es el último documento que tenemos sobre Chuchi:



En primer plano, ciego como un topo castellano, tenemos a Pablo ejecutando una cata circular ante el alborozo del respetable; luego se le incorpora el agente Chuchi con unas pantuflas para rematar el número.

Pero así es la vida. Alarmados por los gritos entresemana, alguien llamó a los Bobbys y en el final del plano secuencia podemos ver como horrorizado Chuchi puede ver como un sargento le escudriña desde la puerta.

Una vida de excesos, dos cadenas de restaurantes, estrella de culebrón venezolano, estudiante de éxito, guitarrista ocasional, gran nadador... Lo tuvo todo. Ahora descansa sus huesos en cualquier mazmorra, meditando sobre Babilafuente y el aguardiente.

Moraleja, ojito con las bebidas alcoholico-olorosas transparentes xD

¡Feliz año a todo el mundo!

2 comentarios:

Miriam (flxt) dijo...

La corbata colombiana es una variante que incluye unos gramos de cocaína? espero que sí, si no, menudo aburrimiento.

Merucu dijo...

Yo creía que lo de la corbata colombiana era lo de abrirle una sucursal de boca a uno en el gaznate y sacarle la lengua por ahí, quedándote una estampa maja.

Eso de drogar a la víctima previamente no se yo. Resulta antieconómico de todas todas.

Parecemos de los Corleone hablando de temática avanzada xD