
Vamos a ver. Lo de la siesta está claro que viene de lejos, en concreto de tiempos de los romanos; que ya que tenían esclavos eran los reyes de la productividad y se sacaron de la manga la hora sexta, que eran las 3 horas que iban desde el medio día hasta las 3 de la tarde y que se referían a las horas en las que se paraba la jornada laboral para recuperar fuerzas.
Desde luego la siesta es de las costumbres que nos acompañan como fama de gandules allende los mares. Coméntale a un alemán que a las 3 y media marchas a echar un pigarcio, que vuelves luego. Prepárate a oir cosas como ATCHUNG! y demás suerte de improperios en ese meloso idioma.

El tema es dosificar. El estudio dice que si 3 días a la semana duermes unos 30 minutos el riesgo de infarto se reduce en un 37%. Y digo yo; si de tema coronario vas bien, si encima duermes como una mona, las posibilidades de tener un corazón como el de Indurain aumentarán un taitantos porciento, ¿no?
Zapatero, ya pa coronarte saca un proyecto de ley de pigarcio obligatorio para el mundo empresarial con salas habilitadas a tal efecto en los centros laborales. Imagina una sala con hamacas tope gama, poca luz y música de Tomatito-Chill-Out y encima que sabes que mientras duermes, la empresa te paga.

La noticia del estudio apareció en el El País
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