viernes, diciembre 26

Al pie de la letra

No es la primera vez que tratamos las relaciones personales aplicadas al mundo de la construcción. Aspectos como el tacto, el ponerse en el lugar del otro, las formas y el sentido común son las bases para una relación fluida y normalizada en cualquier centro de trabajo.

Pero hay veces que no todo es una balsa de aceite; hay veces en que la semana es larga y se te acumulan los problemas y lo pagas con el de siempre. Ese hombrecillo de la contrata que te tiene los huevos hinchados y que sabe sacarte de tus casillas. Ese que te marea, que te hace preguntas a las que sabe la respuesta mejor que tú, ese que según el día del mes puedes darle una voz y otras veces tienes que casi rascarle el lomo.

Pues bien, un día de esos de furia, coges a ese hombre y le dices enajenado y dando un golpe en la mesa de la caseta esa que tienes chapada en Sintasol™ y le dices "La cocina me la haces tal cual está en los planos, Bermejo. ¿Que te parece que hay cosas mejorables? me la suda me la haces como-sale-en-el-puto-plano-que-tienes-igual-que-el-mío."

Te vas a casa temprano porque tienes dentista esa tarde por lo del flemón. Eso explica en parte tu mala uva semanal. Esa noche duermes como no lo has hecho en toda la semana. Te levantas al día siguiente y llegas al tajo con energía renovada, pero al llegar notas que algo pasa. El encargado está jurando en arameo y no suele ponerse así. Al que grita es al contratista de ayer.

Subes por la escalera temiéndote lo peor, primer piso, segundo piso, vivienda 2J, entras en la cocina y entonces notas la flojera de piernas, te sientas en el suelo y ves esto:
Házmelo tal cual el plano
>Así que lo de "que quede tal cual", mucho ojo a quién y cuándo se lo dices.


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