Uno de los negocios que están mas en boga hoy en día son las ludotecas. De hecho que están tan en boga que cuando alguien se plantea abrir un negocio, tras pensar en poner un chigre lo segundo que suena es la ludoteca. Pero, ¿qué es una ludoteca?
Una ludoteca está considerada como una institución recreativo-cultural, especialmente ideada para los más pequeños de la casa y que su misión es la de desarrollar la personalidad de éstos mediante el juego, poniendo los medios materiales necesarios así como ayuda y orientación para los mismos.
Uno después de leer esto piensa, ¿por qué no habría de esto cuando yo era guaje? Vamos, vamos, vamos; una institución recreativo cultural para desarrollate la personalidad. Vamos, que como si acudieras a un master en la universidad de Comillas, igual de educativo. Pero lo cojonudo es que todo este supuesto desarrollo te lo aplican metiéndote en una piscina de bolas y pintándote la cara como Batman.
Por lo visto las ludotecas exigen de un personal convenientemente formado que son los ludotecarios, que son los que animan la imaginación de los guajes, impidan que circulen substancias tóxicas (animarían el juego pero no con los fines deseados), evitando el uso de propaganda de origen ideológico, etc.
Así puesto todo cojonudo, pero luego hay que llevarlo a la práctica. Y no me negarás que a veces cuando vas por la calle y ves alguna ludoteca de estas te dan escalofríos. Normal, porque los controles de calidad son ambiguos.
Mientras tenga la licencia correspondiente pensarás, que sea cada padre el que decida donde posa a los guajes. Efectivamente, lo que pasa es que en la mayoría de los casos, los mayores no pueden acceder a la zona de juegos y no puede ver cosas como esta, que nos remite anónimamente un padre indignado:
Sabemos que la naturaleza es caprichosa en formas y tamaños y por tanto también los fontaneros. Pero previendo este aspecto, ¿cómo se le concede licencia cuando existe semejante accesorio de agua fría en el suelo de esta ludoteca?
¿Se trata de familiarizarlos con estas formas desde críos para no asustarlos en su primera vez, ya en la adolescencia? ¿No estamos engañándolos en aspectos como el color? ¿esto es un patrón estandard de un blanco caucásico? ¿Ya puestos no podríamos hacerlas más pequeñas? Lo digo porque si de niños los recuerdos que tenemos son de mayor tamaño que la realidad, si ya les enseñamos genitales del tamaño de un muslo humano, la decepción en la pubertad puede ser terrible.
Puede que el fin sea loable, pero desde aquí aconsejamos poner moqueta si eso y llamar al fontanero al orden.
domingo, diciembre 28
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1 comentarios:
Jajaja...luego protestaban por la ambigüedad de Espinete...
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