viernes, septiembre 11

Superada la fase aquella en que orientales con pantalones de tergal nos acosaban por las calles vendiéndonos flores, diademas multicolores y demás parafernalia, e inmersos hoy en la época del vendedor de CDs y DVDs, entramos este verano ya definitivamente en la era del músico callejero cansino.

¿Cómo reconocerle? Es cuando menos cazurro, sino extranjero, pero siempre caucásico y con marcado CE. Porta generalmente acordeón o clarinete y los más virtuosos un violín sin barniz. Mucho ojo con estos Paganinis de salón que generalmente hacen como que tocan pero la realidad es que te hacen un guitar jiro y luego encima piden perres.

Van amplificados o al menos con 'backing tracks' de grandes éxitos de terraza para acompañar y brasean cinco o diez minutos hasta que ven aparecer venas en las frentes de varios de los clientes. Es en ese preciso momento, cuando hacen una razzia recaudatoria y arrancan a dar la murga al bar de enfrente, por lo que aunque a distancia, seguirás oyéndolos un buen rato más.

Eso sí, como en todo, hay sub-mundo amateur y artistas más profesionales. Y para muestra no perderse al crack que nos estuvo amenizando en Muros del Nalón el otro día:



Después de ese "Lif de kids aloún" y el Paranoid, como para no rascar el bolsillo y darle unos sextercios.

Y sí, efectivamente, sigo con vida.

Música en la calle

Superada la fase aquella en que orientales con pantalones de tergal nos acosaban por las calles vendiéndonos flores, diademas multicolores y demás parafernalia, e inmersos hoy en la época del vendedor de CDs y DVDs, entramos este verano ya definitivamente en la era del músico callejero cansino.

¿Cómo reconocerle? Es cuando menos cazurro, sino extranjero, pero siempre caucásico y con marcado CE. Porta generalmente acordeón o clarinete y los más virtuosos un violín sin barniz. Mucho ojo con estos Paganinis de salón que generalmente hacen como que tocan pero la realidad es que te hacen un guitar jiro y luego encima piden perres.

Van amplificados o al menos con 'backing tracks' de grandes éxitos de terraza para acompañar y brasean cinco o diez minutos hasta que ven aparecer venas en las frentes de varios de los clientes. Es en ese preciso momento, cuando hacen una razzia recaudatoria y arrancan a dar la murga al bar de enfrente, por lo que aunque a distancia, seguirás oyéndolos un buen rato más.

Eso sí, como en todo, hay sub-mundo amateur y artistas más profesionales. Y para muestra no perderse al crack que nos estuvo amenizando en Muros del Nalón el otro día:



Después de ese "Lif de kids aloún" y el Paranoid, como para no rascar el bolsillo y darle unos sextercios.

Y sí, efectivamente, sigo con vida.