Se acercan las elecciones generales y con ellas las promesas. Tenemos a un candidato que gana si no habla y a otro que tiene que decir todo lo que se le ocurra a ver si suena la campana.
En estos casos desesperados, se suelen hacer promesas de índole económico. Comprometer inversiones, gastos, impuestos para minorías poderosas…
Pero yo creo que hay un nicho de mercado que no se está teniendo en cuenta en las estrategias de campaña: los jubilados.
Millones de votos que ambos partidos creen que con invitarlos a una espicha o llevarles unas pegatinas al hogar del pensionista lo tienen hecho. Pues bien, yo creo que es posible cambiar la inercia del voto maduro y reactivar el sector de la construcción y todo por cuatro perres. Propongo la creación de jubilódromos.
A ver, calma que no es tontería.
Analicemos la situación. A los jubilados, por lo general, les gusta, les apasiona ir a las obras a pasar el día fisgando y comentando entre ellos la jugada. Otro día hablaremos más en profundidad de las raíces de esta extraña afición, pero estamos de acuerdo que son uno más de los participantes del modelo constructivo patrio. Un centro de trabajo no queda constituido per se hasta que no se apoyan dos jubilados en la valla.
El problema es que en tiempos de crisis ya no hay una densidad de obras suficiente para abastecer a todos los barrios. Los Planes Urbanísticos están llevando el crecimiento de las ciudades y con ellos las grúas y los tajos, lejos del alcance del común de los jubilados.
La mayor parte de los jubilados no están dispuestos a verse afectados por cambios meteorológicos lejos de su barrio por acudir a una obra ajena, que además, no entienden en su contexto y la que no van a poder criticar en el chigre entre sus parroquianos.
La solución, por tanto, pasa por la creación de unas instalaciones de gestión municipal en las que congregar a nuestros veteranos, para tenerlos controlados a la vez que ociosos.
Mi propuesta es tornar un solar en un jubilódromo, a imitación de los sambódromos brasileiros. El gasto inicial es nulo. Con un vallado perimetral quedaría listo. Si existe la posibilidad de acceder a algún crédito de la UE se puede instalar algún graderío o zona cubierta para los días de climatología adversa.
Una vez finalizados los trabajos de urbanización sólo hay que poner una cuña en el parte de la radio o en el Panorama Regional anunciando la inauguración de las instalaciones.
A partir de ahí, el programa queda a manos de la imaginación del consistorio. Yo sugeriría comenzar con un buen movimiento de tierras, con sus retroexcavadoras, camiones, lodos y demás que siempre fascina. El transporte de tierras sería a otros jubilódromos para que el equilibrio de tierras permaneciera intacto.
Tras estos fastos iniciales, otro día se pueden presentar en la obra unos encofradores para trabajar en unas escaleras y unos muros a dos caras que harán las delicias del respetable.
Cuando los jubilados intuyan la llegada al tajo de los albañiles, se trae un bulldozer y se hace un derribo parcial para acallar a los más resabiados.
Se hace desfilar a todos los oficios por allí. Todo esto patrocinado por los primeros espadas del sector con carteles en las vallas, prácticas de la Fundación Laboral de la Construcción, venta de merchandishing…
Vamos, que entre los ingresos publicitarios, venta de garrapiñadas, y demás sale la cosa casi gratis. Y de paso se puede estimular la creación de una Liga estatal de gremios con premios, concursos y giras por los jubilódromos.
Y el favor que nos harían a los que los sufrimos a diario…
ANIMESE, CANDIDATO
sábado, septiembre 17
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1 comentarios:
La foto ye de Pulitzer.
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